208 respuestas a «NIVEL C2»

  1. CORREGIDO
    ¿Conocen el dibujo animado japonés : “Dragon Ball? Es muy famoso y hay muchos aficionados en todo el mundo. Cuando el dibujante, Akira Toriyama se murió el 1 de marzo, ellos sintieron su muerte. Fue el pionero en empezar a difundir “Manga” japonés por todo el mundo. El otro día leí un artículo, diciendo que ahora están aumentando los españoles que estudian japonés. Según esta información, cinco escuelas secundarias públicas de Cataluña han adoptado las clases de japonés como asignatura optativa de segundo curso desde septiembre del año pasado. Sorprendentemente la mitad de los alumnos ha optado por el japonés, y el número de ellos ha sido tres veces más que los alumnos que han optado por el francés. Un profesor español que enseña japonés en una escuela secundaria en Barcelona dijo que la generación de él creció viendo “Heidi en Alpes”, y “MazingerZ”, y luego la generación de los padres de los alumnos viendo “Dragon Ball”, así que sería muy familiar para ellos la cultura japonesa por medio de los dibujos animados. Recordé a mi estudiante dinamarqués que vino a Japón para aprender el arte de espionaje en el Japón antiguo ( Ninjutsu )), quien había sido influido por un manga de Ninja. Creo que los dibujos animados (manga) y los videojuegos serán una entrada muy amplia a la cultura japonesa.

  2. CORREGIDO

    Estos días oigo el canto de los ruiseñores Hay un bosque de un templo sintoísta cerca de mi casa y allí están cantando en competencia.
    Me parece que hay dos ruiseñores machos porque su manera de cantar es un poco distinta Uno de ellos canta como lo sentimos normalmente, pero el otro canta con acento en la segunda mitad del canto. Escuchen lo que he grabado.
    ¿Pueden notar la diferencia entre los dos cantos ?
    Siento la primavera y tranquilidad cuando oigo sus trinos. Espero que sus pichones crezcan sin problema y canten el año próximo también.

  3. CORREGIDO

    13 de abril de 2024

    El señor presidente, capítulo 37 de tercera parte

      Un grupo de señores amigos estaban bebiendo en una cantina. Entre ellos se encontraban Míster Gengis, quien era un gringo de dos metros de alto, y Cara d Ángel. Cuando este último dijo que iba a ver al Señor Presidente, Míster Gengis le aconsejó que se defendiera directamente frente al Presidente para obtener su perdón, avisándole que el Auditor de Guerra estaba difundiendo el rumor de que Cara de Ángel era partidario de la revolución con el difunto general Canales y que sería un obstáculo para la reelección presidencial. Temía que esas palabras de reproche llegaran rápido a los oídos del Presidente.

    Cara de Ángel se despidió rápidamente de los otros de ese grupo, yendo a buscar un carruaje para ver al Presidente. Míster Gengis seguía tomando un whisky tras otro, jactándose de que en su propio país gozaban la libertad de expresar lo que se sentía sin reservas
    .
    Entonces, de golpe una masa de hombres silenciosos entró en la cantina. Gritando “silencio”, uno de ellos, que parecía medio loco, agitado por algo agresivo, pegó un cartelón dirigido a “CIUDADANOS”, en uno de los espejos de la taberna.

    Se refería a la reelección presidencial ese papel, en el cual recomendaban con un fuerte tono junto con múltiples alabanzas exageradas, que el Señor Presidente, quien estaba ahora en el poder, debería ser reelegido. En el entusiasmo causado por la lectura de ese cartel, un hombre desarreglado, a quien llamaban poeta , comenzó a hablar a pedido de todos en el sitio. Dijo que, aunque el Presidente fuera el “Superúnico” personaje que hubiera existido jamás en la República, podrían permitirse pasar a la próxima era, en la cual se organizaría una nueva forma de gobierno, para recuperar la Democracia. Un alboroto se suscitó entre los otros más exaltados que sentían abominación contra lo que anunciaba aquel cartelón.

    Viendo esa escena, Míster Gengis levantó otro vaso de whisky para ese poeta, diciendo en sus adentros teñidos de un modo irónico que sólo ser inteligente, como el poeta lo era, debía de ser la más triste cosa del mundo.

    Al salir de la cantina, Cara de Ángel encontró al Ministro de Guerra que había recibido una llamada del Presidente también. Ambos visitaron la residencia. Cuando el Ministro salió, dejando a Cara de Ángel con el Presidente, él, relajado, se paseaba por su despacho.

    Le dijo a Cara de Ángel, al sentarse, que había alcanzado manejar la gobernación del país, de una manera o de otra, aprovechando los servicios de los fieles como Cara de Ángel, y que, a pesar de eso, no obstante, fuera de la frontera, para influir especialmente en la opinión norteamericana sus enemigos trataban de tramar intrigas, las cuales lastimaría la confianza que Washington, su protector de importancia, le ponía. Y agregó que, debido a esas maquinaciones, su reelección estaba en peligro, y que por eso quería que Cara de Ángel fuera a Washington para informarle con detalles lo que sucedía ahí.

    Cara de Ángel le pidió que, para justificarse, investigaran si las palabras acusadoras del Auditor contra él eran ciertas o no, antes de que asumiera esa misión, recordando lo que Míster Gengis le había aconsejado. Pero el Presidente no le prestó atención a la petición. En lugar de
    eso, le explicó una circunstancia que Cara de Ángel ignoraba, bajo la cual el Auditor había trabajado, al asaltar la casa del general Canales aquel día. Le dejó claro que el Auditor había pensado raptar a Camila, quien era ahora esposa de Cara de Ángel, y venderla a la dueña de un prostíbulo, es decir, la doña Chón, por tres mil pesos, aunque la pobre mujer vendida en realidad había sido una mujer medio loca, es decir, Fedina Rodas.
    Al oíir lo que el Presidente le reveló, Cara de Ángel sintió mucho miedo de él. Se dio cuenta de que el Presidente se había enterado de todo lo ocurrido en ese acontecimiento, y que Cara de Ángel había estado actuando únicamente dentro de la mano discrecional del Presidente. Tenía que aceptar la nueva misión, sin pedir nada más. El Presidente le anunció inmediatamente que la noticia de su próximo cargo en el extranjero se publicaría el día siguiente y que el Ministro de la Guerra ya había preparado todo para su viaje.

    Las horas fatales comenzaban para Cara de Ángel. Se veía dentro de una fantasía fatídica. En esa escena ficticia, por una ventana abierta aparecía una fogata encendida. Los hombres bailaban, reclamando a “Tohil, el Dador del Fuego”, el cual era una existencia mística que daba fuego a los humanos. Ese Dios exigía sacrificios humanos.
    Cara de Ángel se despidió del Presidente, después de tener ese sueño aterrador. Cuando le preguntó al Ministro de la Guerra, uno de los otros favoritos del Presidente, si no iba a salir con él, le contestó que “no”, atendiendo a la voz de su amo.

    Ya estoy seguro de que el Presidente había perdido la confianza en Cara de Ángel, y que no deseaba que él estuviera a su lado. Lo claro era que había una abundancia de sustitutos de Cara de Ángel.

    Kenji ISHIGURO

  4. CORREGIDO

    Van a celebrarse los Juegos Olímpicos en París en julio de este año. Quisiera hablar sobre un artículo del periódico “Tokio” que trata de una prueba deportiva de Los Juegos Olímpicos:”, el juego de la cuerda. Se empezó a jugar en la segunda Olimpiada de Paris en 1900 y se jugó durante 20 años hasta la 6ta Olimpíada, en Amberes en 1920. Entonces podían participar varios grupos por país por eso los grupos de EE.UU ganaron las medallas de oro, plata, y bronce en los de San Luis. Era un juego muy popular.
    Creo que conocen una frase muy conocida del barón Coubertin “Lo importante en los Juegos Olímpicos no es solo ganar sino participar”. En realidad esa frase no es de Coubertin sino del obispo Talbot en EE.UU.. Le preocupaba el empeoramiento de las relaciones entre EE.UU. e Inglaterra debido a la rivalidad de los dos equipos en los Olímpicos de Londres en 1908. El equipo inglés ganó el juego, pero el equipo estadounidense protestó de que los jugadores ingleses se habían puesto los zapatos con clavos. La protesta fue rechazada y los jugadores estadounidenses volvieron a su país, abandonando la competencia . a pesar de que faltaban varios partidos todavía. Talbot pronunció la frase en una misa de la Catedral de San Pablo donde los jugadores se reunieron. Coubertin emocionándose por la frase, lo citó en su discurso de la cena de gala del Rey de Inglaterra, y, desde entonces, se ha conocido como una frase suya.. La frase enseña el espíritu de los Juegos Olimpicos y se utilizó para terminar con las tensiones entre los grupos participantes.

  5. CORREGIDO

    23 de marzo de 2024

    (El señor presidente, Capítulo 34 de Tercera parte)

       Camila estaba recuperándose por grados de la cama de Muerte, bajo el afectuoso amparo de su marido, Cara de Ángel, probablemente gracias al milagro ofrecido por Dios. Los dos habían cometido el sacramento del matrimonio bruscamente sólo entre los vecinos de la fonda “el Tus-Tep”, para pedir ese milagro.Ese hecho efectuado sin consultar al Presidente de antemano, incidentalmente, le habría hecho sospechar que Cara de Ángel estuviera traicionándolo.

    Camila, convaleciente, se encontraba en un caserón junto con su esposo. La trajeron en silla de mano paso a paso, a una ventana que daba a la ciudad, para que pudiera gozar el ardiente sol y llenar sus pulmones de aire, pues todavía no podía caminar. Se sentía, como si, casi en un sueño, renaciera y entrara en una nueva vida de un mundo que le era extraño. Estaba absorta con la sensación de que todo le sobraba desde que su marido le había posado los labios en la mejilla.

    Después de que la volvió a su escoba amablemente, Cara de Ángel se dejó caer en la cama. Recordaba todo lo que les había estado pasando, desde el tiempo en que había raptado a Camila, hasta que ambos ya estaban juntos y enamorados venciendo el terrible miedo de la muerte causado por la grave enfermedad. Saltó de la cama, sin embargo, al sentirse separado de Camila, porque se dio cuenta de que no habían dado su consentimiento para aquel matrimonio con clara conciencia. Cerró la ventana, fuera de la cual la luna entraba y salía de las nubes en el ambiente lúgubre. Camila respiraba lentamente, durmiéndose como si un fantasma le pesara en el pecho.

    Durante el tiempo en el que Camila iba a recobrar su salud, fueron a los baños. Antes de sumergirse en el agua, recorrieron largas distancias con sudor y jadeo, bajo la sombra de los árboles en el bosque. A través del traje fino, Camila sentía el cuerpo de su esposo, quien le tocaba y a menudo abrazaba todo el cuerpo también. Luego pidieron dos baños al guardián. Al separarse a cada aposento, se dieron un beso. El bañero les veía con mal de ojo.
    La frescura deleitaba a Camila en el agua fría. Cuando se desconcertaba por haber visto una culebra rondar los baños, se sintió segura al oir a su marido preguntar a la puerta si podía entrar en su baño para tranquilizarle.

    Al salir de los baños, Camila gritó, sintiendo un gusano en sus cabellos húmedos, con el cual su marido acabó para quitarle el disgusto. Entonces un mozo rural, quien había traído los caballos para que se marcharan a caballo, se acercó a saludarle. Le dijo que Cara de Ángel había hecho el favor de sacarlo del cuartel hacía un año. Cuando Cara de Ángel preguntó a Camila si no tenía hambre, ese mozo le mostró unos huevos frescos y le aconsejó que los bebiera para animarse, pues le parecía que estaba un poco débil.

    Alentando a Camila, quien le confesó que acababa de levantarse de la cama de enfermedad, agregó que lo que las mujeres necesitaban para darse brillo a si mismas era tener una aventura como un casamiento. Al oír eso, ambos, sorprendidos de que sus palabras les fueran justo oportunas, comprobaron claramente el tácito acuerdo con su boda que faltaba entre los dos y se quisieron con la mirada,

    El escritor describe una escena de puro amor entre Camila y Cara de Ángel, aunque durará sólo un plazo brevísimo. Ambos se enfrentarán con la dura realidad en una trampa tramada por el Presidente.

    Kenji ISHIGURO

  6. CORREGIDO

    16 de marzo de 2024

    (El señor presidente, Capítulo 33 de Tercera parte)

       A continuación del capítulo 31, se presenta la mujer del Licenciado Carvajal, quien ya había sido fusilado. La viuda estaba perdida sin saber qué hacer, pues nadie intentaba ayudarle, a pesar de que ella andaba de una casa a otra, pidiendo que le firmaran una petición directamente dirigida al Presidente para que le entregaran el cadáver de su marido. Toda la gente le recibía fríamente, puesto que no querían ser peligrosamente involucrados en un tema relacionado con el enemigo estatal.

    Por un lado, en la puerta, se le echaba una mirada fría, como a una persona contagiada de una enfermedad invisible, por otro lado, de noche, le llegaban muchas cartas “anónimas”, en las cuales se recriminaba los horrorosos actos del coronel Parrales Sonriente con detalles, a menudo respetando a su esposo como un héroe para salvar la Patria y al mismo tiempo compadeciéndose profundamente.

    En algún tiempo, extremadamente abatida y desesperada por el dolor de la pérdida de su marido empezó a leer otra carta anónima que había escrito alguien, quien , al tiempo del fusilamiento, debía haberse encontrado en ese sitio. Se le describía de una forma vívida en ese pliego ,cómo lo habían ejecutado exactamente. Además se decía en su última parte que el Auditor de Guerra se había encargado del entierro del cadáver. Pero se cortaba de golpe,la carta y faltaba la continuación. No podía saber dónde estaba sepultado.

    La viuda del Licenciado directamente visitó la casa del Auditor para saberlo, en donde por casualidad vio a dos mujeres, doña Chón de “El Dulce Encanto” incluida, quienes hablaban con la sirvienta del Auditor. Doña Chón le reclamaba a gritos que, cuando el Auditor hubiera regresado, le dijera que le devolviera a doña Chón los diez mil pesos que había pagado para comprar a Fedina Rodas como una prostituta en la Casa Nueva y que, si no, iba a quejarse con el Presidente.
    Mientras tanto, la viuda, absorta en su propio pensamiento, no atendía lo que pasaba entre ellos y dejó a la sirvienta el escrito, en el que pedía al Auditor que le enseñara el lugar del entierro de su esposo. La sirvienta, quien sentía lástima por ella, prometió entregárselo.

    Cuando salía la viuda, un individuo entró ahí, seguido por un soldado que le custodiaba. Ese hombre era en efecto Genaro Rodas, a quien, según el Auditor decía, ya habían condenado a la pena carcelera de seis años y ocho meses como un cómplice de Lucio Vásquez, el cual había asesinado a “el Pelele”. Aunque trataba de resistir la sentencia, le parecía que no había otro remedio que aceptarla. Entonces el Auditor le propuso que pudiera salir libre, a cambio de vigilar a uno de los favoritos del Presidente, quien creía que lo estaba traicionando, don Miguel Cara de Ángel.

    Como aceptó esa propuesta, le ordenó que firmara un papel que le tendió. Rodas asintió con alegría, sin poner la menor duda.

    Sin embargo, el Auditor tenía una maliciosa intención para escapar de la molestia con doña Chón, así que la letra del papel decía que Rodas había recibido la suma de diez mil pesos desde doña Chón, en compensación de los prejuicios y daños que ella le había causado con relación a su esposa, Fedina Rodas, a quien ella había registrado como una prostituta sin ninguna autorización, aunque él la había ofrecido sólo para trabajar como una sirvienta, todo lo cual era completamente al contrario de lo que había pasado en realidad.

    Cuando la sirvienta entregó al Auditor la carta recibida de la viuda, como le había prometido, dándole esperanzas, el Auditor le reprendió con un tono fuerte, diciéndole que en su casa no se daba ninguna esperanza a nadie y que la regla de la conducta del Señor Presidente era no dar esperanzas y pisotear a todos. Y ordenó que, cuando la viuda viniera de nuevo, se la devolviera, avisando que nunca podría saber dónde el cadáver de su marido estaba enterrado.

    La sirvienta, desalentada, la lanzó a las brasas, al volver a la cocina.

    A mi parecer, para construir un argumento con más multiplicidad en este capítulo, el escritor intenta entrecruzar a algunos personajes de importancia, quienes ya habían aparecido en los capítulos anteriores, como el Auditor, la esposa del licenciado Carvajal, doña Chon y Genaro Rodas, en el mismo escenario, es decir, en la casa del Auditor, refiriéndose indirectamente a Fedina Rodas y Lucio Vásquez también.
    Me agrada que podamos ver, de vez en cuando, las tramas novelescas de este tipo, elaboradas con tanta minuciosidad.

    Kenji ISHIGURO

  7. CORREGIDO

    1 de marzo de 2024

    El señor presidente, Capítulo 31 de Tercera parte)

        La esposa del licenciado Abel Carvajal, quien, condenado a muerte, ya en realidad estaba a punto de ser fusilado, lo había buscado de día y de noche por todas partes de la ciudad, sin lograr encontrarlo. Finalmente en el zaguán de la Penitenciaría se hallaba, arrodillada a los pies del Auditor, pidiéndole a gritos que la atendiera.

        El Auditor le dijo que el Consejo de Guerra conocería el proceso abierto contra su marido justo aquella noche y le añadió a la mujer, quien se había tranquilizado un instante, al oir que él estaba vivo, que la situación política del país no permitiría al gobierno ninguna piedad con sus enemigos y que podría ser sentenciado a muerte y fusilado dentro de veinticuatro horas.
    El auditor le aconsejó a la esposa asustada que fuera a ver al presidente directamente. para pedirle por la vida de su esposo.

    No podía decir nada, unos momentos después de que el Auditor se marchara. Pero pronto se dio ánimo para ir a visitar al Presidente y pedirle su compasión , en conformidad con el consejo del Auditor. Detuvo un carruaje en la calle y ordenó al cochero que la llevara a la residencia de campo del Presidente lo más pronto posible.
    En este escenario, de nuevo, el escritor utiliza sus propias técnicas, las cuales se identificarán en una sucesiva repetición de casi las mismas palabras o frases , para expresar las emociones inminentes que aquella mujer abrazaba, para salvar a su marido.

    El corazón le ahogaba con ansiedad, mientras que no podía llegar al destino campestre rápidamente, aunque seguía pidiéndole al cochero que se diera prisa.. Por fin el carruaje se detuvo en la puerta de la residencia presidencial y ella corrió hacia adentro. Pero un oficial de guardia trataba de cerrarle el paso. Cuando logró ver a un general en una casita ahí, se e dirigió, animosa, pidiéndole desesperadamente que tuviera la bondad de concederle audiencia con el Presidente. Sin embargo todos sus esfuerzos para tener una entrevista con el Presidente resultarían en vano. Nadie le iba a prestar atención. Los centinelas de hielo apostados entre los árboles no iban a permitirle el paso. A pesar de eso, siguió suplicando y luchando como si fuera una sonámbula, para que la atendiera alguien.
    Ya atardecía por completo, cuando, desalentada con sollozos en sus labios y llantos en sus ojos, se dejó caer en un banco que estaba desapareciendo en la oscuridad. Al cabo tuvo que abandonar su deseo de pedirle al Presidente directamente que le perdonara a su marido el crimen.

    Ordenó al cochero que regresara a la ciudad sin saber qué mas hacer, y cuando el carruaje se detuvo, ella se encontraba delante de la prisión de la Penitenciaría, pegándose a las murallas. Le parecía que era imposible que fusilaran a su marido esos hombres, quienes tenían ojos, boca, manos… como él, y se portaban de las misma manera en la vida …como él, ,aunque el hecho real sería totalmente distinto de lo que sentía .No podía creer que eso se realizara.

    El autor una vez más nos presenta a otra mujer entristecida y afligida, la esposa del licenciado Carvajal, a continuación de Camila, la hija del general Canales y luego Fedina Rodas, la esposa de Genaro Rodas. Se las describe como victimas sólo asociadas a los hombres quienes también sufren sus propias desgracias bajo la dictadura, aunque Camila también cumple un rol muy importante en esta novela..
    Me parece que la presentación de estas mujeres le da más densidad pesimista a esta obra, ya suficientemente trágica.

    Kenji ISHIGURO

  8. CORREGIDO

    24 de febrero de 2024

    El señor presidente, Capítulo 30 de Tercera parte

         De nuevo el escenario volvió a la fonda, “el Tus-Tep”, en donde Camila seguía agonizando con pulmonía grave. “Masacuata” y Cara de Ángel no sabían qué hacer a la cabecera de su cama de muerte, sólo rezaban a Dios para que se recuperara.

    De las casas de la vecindad unas mujeres, como Petronila, Silvia y Engracia, habían salido, circulando rumores. Hablaban a media voz en la trastienda. Aunque mostraban misericordia por la enferma grave, parecía que les interesaba más bien su novio que la velaba noche y día, Cara de Ángel. Entre ellos, Silvia, quien, apenas se enteró de que Camila era hija del general Canales, el enemigo del Presidente, se fue sin volver más.
    Los médicos, incompetentes, manifestaban que solamente un milagro podría salvar a Camila. Cara de Ángel estaba tan desesperado que quería echarse a gritar a Dios por su ayuda. En realidad, ya todos esperaban un desenlace, favorable o desgraciado, de esta pendiente situación.

    Mientras tanto Petronila contó lo ocurrido a uno de los hombres, a quien llamaban “el Ticher”, para averiguar si podía salvarla por medios sobrenaturales. Además de ser profesor de inglés, él, quien de juventud había sentido una inclinación hacia la iglesia, habia estudiado el espiritismo, la magia y las ciencias ocultas. Ella le dijo que, aunque Cara de Ángel había raptado a Camila, la amaba verdaderamente y que esperaba que la iglesia bendijera su completa unión , a pesar de que se lo veía menos en aquellos tiempos.

    Le respondió “el Ticher” que tenía una solución que podría provocar un milagro, sugiriendo que únicamente el amor entre ambos igualmente fuertes vencería la muerte. Al comprobar que su novio la adoraba con las entrañas . con la mente, y que quería casarse, empleando su propia teoría de “los injertos”, aceptó la propuesta que le hacía Cara de Ángel realizando el sacramento del matrimonio para atraer aquel milagro.

    Un gran alboroto se armó en ese sitio. Pronto llamaron a un sacerdote y los dos, Camila y Cara de Ángel, contrajeron matrimonio ahí mismo. Petronila, Engracia y por supuesto “el Ticher” asistieron a la ceremonia. Al concluirla, “el Ticher” exclamó en inglés así; Dé a luz al otro ser para mi amor…

    Aquí se nos presenta otro ejemplo de la fuerte influencia de la religión católica que encontramos frecuentemente en la obra, el cual, al decir más concretamente, se refiere a “cometer el sacramento del matrimonio”. Dicen que hay siete sacramentos en el catolicismo. Como no puedo comprender lo que significa ese término religioso en profundidad, es una lástima que tenga que confesar que el tema mismo de este capítulo no haya entrado bien en mis adentros.

    Kenji ISHIGURO

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