• La distancia de mi casa a la parada del autobús se ha duplicado. Además, han puesto en el camino una loma, que antes no estaba. Los autobuses ya no respetan el horario y pasan antes de la hora correspondiente. Ya he renunciado a correr detrás de ellos, pues he observado que, últimamente, arrancan más rápido que antes. No sé lo que sucede,  pero la gente parece tener miedo, y  hablan casi susurrando, me cuesta entender lo que dicen; además, me piden que baje  el tono de voz cuando hablo en lugares públicos. La calidad de la vajilla actual es inferior. Las tazas son más pesadas y el asa tiene una forma que dificulta sostener la taza en el aire, tomándola solo con dos dedos. Las costumbres sociales también han cambiado y las mujeres no solo rechazan que les ceda el asiento sino que me ofrecen el suyo. La semana pasada me encontré con Juan. No recuerdo hacía cuánto no nos veíamos. Me costó reconocerlo ¡Qué viejo que está! El diseño actual de las escaleras ha cambiado. Los escalones ya no se pueden subir de dos en dos, incluso a veces es difícil subir de a uno. Solo leo los titulares de los periódicos, porque para ahorrar papel, ahora el contenido del artículo lo imprimen en una letra muy pequeña. Es imposible pensar que una persona de mi edad necesite anteojos.
    Ayer, mientras me afeitaba, me acordé de Juan y de lo viejo que está. Por un momento dejé de afeitarme y observé el espejo. La calidad de los espejos de ahora es muy inferior a la de los de antes.